sábado, 28 de noviembre de 2009



AMOR E DOZURA É VIVIR   Tío Jorge y Genito.


 
 
                            Na memoria do meu tío, JORGE DUBOIS BLOCK, que encontrou seu descanso permanente, o día 25 de novembro de 2009.   A VIDA É UMA VIAJEM DE IDA E VOLTA. CANDO ALGUÉN VÁISE A DOR É INMENSA. CANDO UN MENINO ESTREA  A ESCEA VITAL EXTERIOR É MOMENTO DE ALEGRÍA INTENSA.
 
                                                      M.D.
 

                                                                        Ardán, Marín, 27 de noviembre de 2009.

                     
                                 QUERIDO TÍO JORGE

Difícil es representar
Un estado de armagura profunda,
Por perder a un ser querido.
¡Qué difícil me resulta describir,
La palabra, "pérdida", arrebato de la vida,
Paro, quietud , parálisis permanente,
Qué es lo tendrá sentido cuando ocurre,
La desgracia desgraciada,
La verdad dolorosa.
Arrebato, miedo e inseguridad,
Mientras las lágimas amargas,
Se caen a lo largo de las mejillas frías.
Llegó de repente, sin causa que, aparentemente,
Llegará, pero el cuerpo humano,
Dejó sentir su circulación sanguínea.
Se derrumbó la sonrisa que él tenía,
Su bondad viva, en aquel entonces,
Se abre paso en las caminos
De la memoria inagagotable.
Era EL, grande, abierto entero
A la vida total,
Al mundo cotidiano.
Os hablo de mi tío Jorge,
Que hablaba, afablemente,
Con una sonrisa agradable y sincera.
Su discreción era un hábito constante.
Daba mucho, quizás demasiado,
No le costaba trabajo,
Pensar en la palabra amor,
Entregaba su sentido ético.
Mí tío Jorge fue único,
En dar amor y encender
Las velas apagadas.
Para mayor claridad.
En la penumbra desolado.
Si Queridos Primos,
Se nos va quitando
Todo aquello que queremos
Y amamos, y  los años suman
Grandes números incomprensibles,
Tan grandes que generan miedo e inseguridad,
Y nuestras vidas se derrumban
Cómo un designio mortal y lógico
Que tanto nos cuesta asimilarlo.
Por ello el  amor que les profesamos,
En el momento justo.
De un día para otro,
Generan el mundo de la historia,
Del recuerdo mágico
Y del desconsuelo total.
Cuantos horas intensas
De felicidad constante,
Cuántas ciruelas verdes,
Caían de vuestro ciruelo cargado.
El limonero fecundo,
Necesitaba el agua justa.
Cuántas comidas fueron al aire libre,
En veranos maravillosos
Que el recuerdo quedaron
Gravados, cómo foto antigua pero presente.
En el garaje un moto Lube,
Desansaba, después de una larga jornada,
El garaje estaba  húmedo
Y cierta escarcha cubría su suelo de cemento,
Jornada laboral en La Artística, cercana a los Astilleros Barreras.
Aquel seiscentes que bajamos de un camión
Thames, en Rons, con dos maderas paralelas
Colocadas en un plano inclinado.
Pepe Bó, dirigía la perfecta operación,
Mientras  aquell Seat 600,  verde claro descendía por los maderos,
Hasta llegar a la tierra de de la calle,
Cara al mar ventoso en el lugar grovense de Rons.
La curva de Fao fue una trampa  casi mortal.
Las heridas el dolor.
Venían los dos  heridos en el interior
De una ambulancia Wolswagem blanca
Con cuatro Cruces Rojas,
Camino de Vigo,
Con destino al Pirulí.
Se me hizo complejo todo.
Vi a través de la ventana de la planta once,
A través del cristal transparente
 El vértigo me traicionó,
En la sala de espera
Rápidamente me di la vuelta
Nosotros os esperábamos
En la recta antes de Caminha,
Y os miré con mucho miedo
E imensamente triste
Cubiertos de yesos blancos,
Vendas cubridoras de heridas fuertes,
El dolor se miraba en vuestros rostros.
Tío Jorge gritaba de dolor
En aquella planta de traumatología
Vuestros brazos parecían aviones voladores.
Levantados y erguidos,
Con barras metélicas decansan los brazos
El susto del niño que yo era fue profundo.
Tía Lita se dio cuenta de mi temor infantil,
Y ella herida me daba ánimos,
Para apaciguar el temor presente.
Mis tíos no estaban cómo siempre.
Vestían una extraña vestimenta,
De heridas profundas,
Con múltiples politraumatismos,
Fruto del tremendo choque,
Una vez atravesado el metálico puente,
De la Localodad portuguesa de Fao,
Antes de llegar a la hermosa localidad
De Esposende de lugar hermoso
Confluencia de mar y rió,
Río Cávado,
Y hermosa playa expuesta,
Al abierto Atlántico.
Te gustaba tanto golpear con fuerza
La  blanca pelota de tenis,
Que bien lo hacías.
Y yo lecía a mis amigos:
¡Aquel es mi tío!
Los trofeos se amontonaban
Muy cerca de tu despacho,
Casi encima de aquel teléfono negro
Y pesado que nos informaba,
De todo tipo de noticias.
Comíamos juntos todos,
Con la televisión encendida delante,
Tía Lita paciencte y bondadosa
Hacía las ricas comidas,
Cómo la tortilla de patata,
Perfecta tortila amarilla,
Tío Jorge se sentía muy feliz,
Y nos agradaba con su sonrrisa profunda.
Daba cariño con la mirada sonrriente,
Y de vez en cuando apagaba los silencios torpes:
¿Un poco más niños?
Dulce mirada habitada de serenidad.
La memoria me llama,
Me llaman las cenas de Navidad,
Me llamaba el combate dialéctico,
Entre Tío Paco y Tío Eugenio,
Y aquella frase del buen Tío Paco
Ponía furibundo al buen Tío Eugenio,
La France, La Grandeur de La France.
Mi padre saltaba foribundo,
Y tío Jorje era el árbitro perfecto y adecuado.
Tío Paco, sentado en su sillón grande,
En la salita del chalet Miramar
Me decía: arrodíllate, hijo mío,
Yo besaba su dorado sello,
Yo lo hacia de rodillas,
Y él me decía: ¡Dios te haga un Santo!
Posteriorme un hermoso Opel Record Coupé,
Sería conducido por  el querido Tío Paco
Que recuerdos magníficos,
En aquella maravillosa sala de estar.
Regalos, risas, discusiones y regalos.
El pasado vuelve de prisa
Mientras la abuela María Luisa
Descansaba en su sillón mullido.
No olovido aquel día tan triste,
Cuándo desde la ventana la terraza de la cocina,
García Barbón 123, Tercero Izquierda,
Observo un cortejo fúnebre bajando por la calle estrecha
Que iba desde el Chalet Miramar a la calle García Barbón.
El cortejo fúnebre cambió la dirección
Hacia García Barbón hasta el centro de ciudad.
Fijé la mirada en aquel coche triste,
El cortejo iba lento
Y Carmen y yo nos hundimos en la tristeza.
Le dije: Carmen; allí va mi abuela.
La Playa de Samil
Era lugar hermoso de baño con flotadores.
Colocábamos aquella sombrilla perfecta,
Era verano pleno y el gran sol
Derramaba perfectos rayos solares.
¡Que fría está, Jorgito!
Es la hostoria de un gran hombre,
Un pedazo se su magnínica historia.
¡Que bueno eres, querido Tío!
 
 
 
                    
                                                   Miguel  Dubois.

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