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miércoles, 13 de agosto de 2008

EN RECUERO DE ARTURO POUSA


A Arturo Pousa Blasco, amigo, compañero de juegos, soñador, idealista, habitante veraniego de las cercanías de la Ría de Arousa, por nuestros baños de agua fría y caliente en la Playa de Rons.
RECUERDO PARA ARTURO CON AMOR.
Querido Arturo: quizás,
no lo sé,
quizás no miraré más tu rostro sonriente,
tu amplia sonrisa,
que invadía enteramente tu cara larga;
grandes eran tus brazos
que reforzaban la sonrisa intensa
y aquel gesto tan tuyo,
mano elevada verticalmente,
largas piernas de un caminar intenso
Tu radiante de alegría,
ya no te veré con tu melena negra
volada al viento veraniego
de nuestro amado lugar,
de nuestra querida infancia,
de nuestra adolescencia soñadora.
Arturito, amigo querido de la vida,
algún día inconcreto
me uniré a la lista larga y constante
que solamente conoce el signo de la suma,
a la que todos iremos
a construir listados enormes
de todos aquellos que dejaron
su cuerpo inerte,
sumido al más alto descanso
e iremos construyendo la historia
de lo que fuimos.
El sueño del mundo
que para bien o para mal
hicieron reventar sueños,
saltaron las alarmas del miedo.
Gemido absurdo del intenso dolor que mata.
Soñaron sueños rotos,
Tocaron guitarras absurdas y desafinadas
Y gimieron con el llanto del violón triste.
Quizás ya no estás en la presencia pura,
pero estás con nuestro corazón
que vive un llanto acaecido
en la madrugada de un 23 de junio roto,
A las absurdas dos de la madrugada
Arturo, ayer añadí a mi vida
un año más a la suma de mi existencia,
Yo, sin casi saberlo,
recibía la felicitación atenta de mi amigo
generoso, Fofi,
Más tarde te revelaste, totalmente,
dejando tu existencia
en el más absoluto de los absurdos silencios.
Ya no podré ver tu fina figura,
tu largo cabello negro,
tú, entero saliendo
de la entrada de tu casa sencilla
del estío de nuestros sueños,
que aún viven y se encienden
como las hogueras voraces
de San Juan,
Hoy día de danzas, alegrías,
queimadas y demás bebidas,
conjuros de la tierra de Breogán
que amenazarán a los espíritus
de lo absurdo y lo inconcreto.
Pero más me adentro e ti, Arturo,
en lo fuiste o en lo que no deseabas
ser, por el impulso angustioso y tremendo,
te obligaba a ser lo que tu no deseabas
querer ser.
Arturito,
Todos guardamos el pecado escondido
o quizás no entiendan lo que ocurra.
Fuerzas más poderosas que tu mismo.
te invaden, entero y sin piedad,
el más absurdo de los mundos irreales,
y sin saberlo, nos convertimos,
en terribles seres humanos sin sentido
de la total incoherencia habida.
el impulso manda y ordena
sin piedad;
el desasosiego impone su desorden
y somos esclavos tremendos
de las más tremendas dependencias habidas.
como castigar el dolor padecido
como quemar los puñales de fuego.
que fuerte queman.
Yo, Arturo, aunque , aquí, no estés,
estás conmigo en mi corazón.
Te fuiste, ya lo sé,
pero sigues siempre, conmigo, amigo,
aquello, para mi fue tan hermoso:
el mar azul,
la hermosura del verde mar,
el dolor de la ola blanca
que lentamente gime en la orilla
el descanso del movimiento.
Dejo el canto póstumo
pensando, profundamente,
en ti, querido Arturo,
Por todo lo que fuimos juntos,
por todo lo que pudimos ser
y no lo fuimos
Por nuestros amores rotos,
por todos nosotros,
por tu recuerdo constante
y por la belleza de tu sonrisa.
Miguel Dubois.
Pontevedra a, 23 de junio de 2007